En la actualidad, miles de marcas se encuentran ya establecidas en el mercado nacional e internacional y miles más vienen en camino, todas buscando su espacio dentro del colectivo público mediante estrategias buenas o malas pero con un único objetivo: crear un impacto instantáneo, satisfactorio y positivo en las mentes de su público meta.
Una vez logrado este primer paso, lo más normal es querer mantener la venta de determinado producto con los mismos o incluso mejores números, y para ello hay un elemento fundamental que permitirán que dichas empresas logren la hegemonía de cierto target dentro de una ciudad, estado o país, y este es la fidelización de su clientela.
La pregunta ahora es, ¿cuál es el camino correcto para que los consumidores compren mi producto, queden satisfechos y por consiguiente aumenten la demanda de dicho artículo?
Claro que hay que cuidar absolutamente todo detalle del mismo, primero que nada, que tenga un excelente sabor, después, que siempre se encuentre en las condiciones más óptimas de consumo y que cuente con un diseño limpio y capaz de comunicar todo lo que se pretenda comunicar. Que cuente con una personalidad única y diferente (por más cliché que suene) y por último, que sea presentado a su público de la manera más prolija posible.
Algo tan sencillo como lograr que un producto guste y resulte eficiente por encima de cientos otros con características similares conlleva un conjunto de tareas minuciosas, complejas e incansables que resultan en la selección favorita de los consumidores. El simple hecho de un ejemplo tan sencillo como preferir a la Coca-Cola sobre la Pepsi o viceversa ha sido un tema de estudio y de interés no solo para mercadólogos sino para la misma empresa, que mantiene un constante bombardeo de comerciales, rediseño de etiquetas o envases e incluso lanzamientos de nuevos productos con tal de mantener y conseguir más adeptos.
Dentro del panorama comercial, como bien se vienen mencionando en este blog, se requiere de varios elementos para lograr el resultado esperado, buenas estrategias de venta, campañas publicitarias adecuadas, diseño gráfico limpio y pertinente, una atención a la clientela intachable y, por supuesto, un punto de venta limpio, ordenado y con la mayor atención al detalle posible. Y esto, por supuesto, es solo un poco de lo mucho que puede ofrecerle una promotoría a tu marca.